José de Arriaga fue un jesuita que escribió un breve manual para ayudar a los sacerdotes a detectar la vigencia de los cultos indígenas prehispánicos, cuando salían a los pueblos para hacer campañas de "extirpación de idolatrías".
Este manual recomienda como técnicas el uso de una combinación entre violencia y persuasión para convencer a las comunidades indígenas de entregara sus objetos sagrados o huacas, además de las momias de sus antepasados. Arriaga sugiere a los “extirpadores” en este texto quemar todo los registros religiosos autóctonos de los nativos y dispersar las cenizas, con el fin de no dejar rastro alguno para la adoración originaria.
Este libro, brutal hoy es considerado una reliquia para el estudio de la etnografía andina.